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15 años, 15 lecciones

A continuación compartimos 15 lecciones que hemos aprendido, como personas y como empresa, durante los últimos 15 años. Agradecemos a todas las personas: clientes, colaboradores, amigos, consultores y proveedores que nos han acompañado durante este viaje… que apenas inicia.

Sube a las personas correctas al bus

Jim Collins, en su obra maestra de negocios «Good to Great» menciona un concepto simple pero poderoso: Primero “Quién” y luego “Qué”. Los líderes de las empresas que lograron iniciar las transformaciones de las empresas que eran “buenas” y más adelante se convirtieron en “excelentes”, iniciaron por subir al autobús a las personas adecuadas – y bajar a las personas equivocadas.

En 15 años, Perinola ha tenido la oportunidad de trabajar con gente fantástica, pero no siempre se dieron las circunstancias para que brillaran. En ocasiones, demoramos mucho en bajar del bus a algunas personas, y algunas veces subimos al bus a las personas equivocadas. Hoy más que nunca, celebramos y agradecemos por el equipo que tenemos. Aún no sabemos exactamente hacia dónde se dirige, pero sabemos que las personas que están dentro del bus nos llevarán en la dirección correcta.

Atención a los detalles

A lo largo de toda nuestra trayectoria, hemos descubierto que las grandes ideas y los grandes negocios se determinan por los detalles más pequeños. El color correcto, la tipografía correcta, la fotografía correcta. La frase correcta, la llamada en el momento correcto. 

Todos los detalles cuentan: Desde el espaciado en el texto que cierra el pie de una página web, el tono de color adecuado para presentar el llamado a la acción (CTA) de una E-Commerce, hasta el texto de agradecimiento al comprar. Todo cuenta. 

Honestidad

Uno de nuestros 5 valores es: Honestidad, es parte de nuestra personalidad. Es uno de los valores que nos ha definido durante mucho tiempo. Para nosotros, Honestidad representa la capacidad para admitir cuando hicimos algo mal, así como también cuando hicimos algo bien, o algo realmente excelente. Honestidad es presentarle al cliente todo el detalle de su inversión directa, hasta el último centavo. Honestidad es no maquillar reportes con datos que nos “hagan ver bien”. Honestidad es acompañar un reporte resaltando las fallas que nuestro equipo cometió durante el ciclo, sabiendo que nos podría costar una cuenta importante. Honestidad es hablar de forma directa, no por la periferia. Honestidad es hablar cuando algo no está bien, sin miedo a ofender.

Vivimos en la era en la que todos quieren verse “bien” para no arriesgar su nombre. Esto incentiva una cultura deshonesta, en la que los errores se maquillan y se esconden debajo de la alfombra, en lugar de sacarlos a la luz y resolverlos. La Honestidad no es cómoda, pero es necesaria

Las personas no cambian

Todos queremos creer que las personas pueden cambiar. Tal vez sea porque en las películas vemos personajes que pasan por grandes cataclismos emocionales y salen transformados y totalmente cambiados al final. La realidad es otra. Salvo en casos muy extremos, las personas no suelen cambiar mucho en la forma como piensan y cómo funcionan. El error está en nosotros, que creemos que podemos hacer que una persona cambie. Esto no es algo malo, se trata de aceptar una realidad. Si ya sabemos que las personas normalmente no cambian, es más fácil identificar y comprender sus motivaciones, para poder trabajar con ellas. 

El libro “Primero, Rompe todas las Reglas (First Break all the Rules)” de Curt Coffman y Marcus Buckingham, expone muy bien este concepto y nos invita a identificar las actividades en las que cada persona puede llegar a brillar. No todos los trabajos son para todas las personas, así como no todas las personas son para todos los trabajos. Una persona en el trabajo equivocado puede hacer mucho daño a una empresa, así como a ella misma.

La única constante es el cambio

Durante todos estos años, siempre han habido cambios importantes que han afectado como funcionamos, como equipo y como organización. Una renuncia repentina. Una falla inesperada. Un negocio que se detiene. Un equipo que ya no funciona. Una cuenta que ya no quiere renovar. Todos conocemos la sensación: un hoyo en el estómago, sudor en la frente, enfoque repentino en una tarea insignificante para tratar de distraer el cerebro y disimular el estrés, mientras se maquina un nuevo plan de acción que regrese todo al “orden”. 

Después de haber pasado varias veces por lo mismo, hemos adoptado una nueva mentalidad, una mentalidad que da la bienvenida al cambio. El cambio es bueno. El cambio es necesario, aunque no lo sepamos predecir o manejar. Todo cambio trae conflicto. El conflicto es bueno, siempre que sea constructivo y nos lleve hacia adelante, y nos haga evolucionar o mejorar. Para nosotros, ya no hay constantes: la única constante es el cambio. 

Mentalidad de abundancia

Muchas personas (y empresas) sufren de mentalidad de “escasez”. Se identifica fácilmente, porque proyectan inseguridad constante sobre su situación laboral y económica. En el caso de las empresas, trasladan la inseguridad a toda su organización, influyendo negativamente en las personas que trabajan con ellos. Nunca hay presupuesto. Lo poco que hay, ya está comprometido. No hay tiempo. No hay “nada”. 

No somos perfectos: en el pasado, nosotros también hemos tenido mentalidad de escasez. Hemos caminado con escasez de creatividad, o con escasez de talento, con escasez de soluciones. Hemos caído en el terrible (y común) error de pensar que no hay “gente adecuada” para hacer algo. 

Es necesario trabajar con mentalidad de abundancia. Si no estás seguro cómo, rodéate de personas que tengan mentalidad de abundancia. Se reconocen fácilmente: no tienen miedo. Están dispuestos a subirse al barco, aunque no sepan el destino y se vean nubes negras en el horizonte. Esas personas son valiosas. No tienes que hacer nada, solo estar cerca, verás como su mentalidad empieza a trasladarse hacia ti.

El tamaño de la pecera

El pez crece dependiendo del tamaño de la pecera – al menos así dice el dicho popular. Lo mismo pasa con las organizaciones. Si la visión fue planteada dentro de una “pecera” pequeña, la empresa no va a llegar muy lejos. 

No es tan fácil salirse del pensamiento de “pecera pequeña” – ¿acaso el pez se da cuenta del tamaño del entorno donde vive? ¿acaso hay peces que sueñan con una pecera más grande? Para salir de ese pensamiento, a veces es necesario analizar de forma muy crítica a la organización. Una asesoría externa, un consultor externo, un familiar o hasta un ex colaborador podría darnos esa perspectiva – solo hay que preguntar, y aceptar la crítica, por dura que parezca. 

Seamos como la electricidad

La electricidad viaja de forma continua, y se manifiesta de diferentes maneras en nuestro entorno. Las bombillas emiten luz según su potencia y siempre que se habilite el conducto eléctrico. A lo largo de estos años, hemos identificado que la capacidad que tenga el equipo de delegar y compartir conocimiento a otros – de “encender” bombillas – es el potencial que tiene la empresa para crecer. Entre más conocimiento se comparte y se delega dentro de una organización, más personas pueden brillar. 

Seamos como la electricidad, encendiendo las “bombillas” a nuestro alrededor, porque solo así puede haber crecimiento verdadero para una organización.

Más líderes, menos jefes

En su libro “De Jefe a Líder: Un método práctico y simple”, Carlos Castillo menciona las características de un verdadero líder: visionario, de acción, con determinación, mientras que un jefe tiende a ser autoritario, prepotente y arbitrario en su toma de decisiones. Menciona también que hay más “jefes” allá afuera, de lo que hay líderes. 

En Perinola creemos que el rol de líder no está reservado a los altos mandos. Pueden haber líderes de todo tipo, en diferentes niveles de la jerarquía, lo importante es saber identificarlos y asignarles un rol de liderazgo específico dentro de la organización. El mundo necesita más líderes y menos jefes. Los líderes hacen brillar a su gente, y permiten que las personas quieran quedarse por más tiempo.

Las personas no recuerdan sucesos, recuerdan sentimientos

Todos los seres humanos tenemos 2 sistemas funcionando dentro de nuestro cerebro: el neocórtex (lógica, analítica, memoria de corto plazo) y el sistema límbico (emociones y memoria de largo plazo). En toda relación – laboral, comercial, personal – siempre hay elementos emocionales y sentimentales que se trasladan de una persona a otra: Lenguaje corporal, nivel de atención o distracción, tono de voz, gestos, palabras, detalles – información que llega hasta nuestro cerebro y se interpreta de distintas formas. El neocórtex está buscando datos, cálculos, lógica – los guarda temporalmente para apoyar en la toma de decisiones. Esta información la olvidamos rápidamente. El sistema límbico, por el contrario, registra todo lo que la persona siente, y lo guarda durante mucho tiempo, en lo profundo del subconsciente. 

Las personas no recordamos sucesos específicos, pero nunca olvidamos cómo nos hicieron sentir. Por eso, todos los días, debemos recordar que no hacemos negocios con “empresas” – hacemos negocios con otras personas – cuyos subconscientes están muy atentos a cómo se les hace sentir. 

Saber decir “No”

Una de nuestras 13 Reglas, es que “Sabemos decir No”. Suena más fácil decirlo que ponerlo en práctica. Literalmente, nuestra regla dice: “Sabemos identificar situaciones o personas que pueden representar un problema para la organización”. Este concepto presenta un problema para muchos cuando están emprendiendo o iniciando negocios. Es fácil decir “Sí”. Hemos dicho “Sí” a personas que han hecho mucho daño a la organización. Hemos dicho “Sí” para evitar conflictos, y nos hemos quedado callados – porque decir “No” es incómodo. Decir “No”, a veces se interpreta como una ofensa. “No” es necesario, para poner límites, y los límites son necesarios para la supervivencia de cualquier organización.

No hay éxito de la noche a la mañana

En su libro “REWORK”, Jason Fried y David Heinemeier mencionan el mito del éxito de la noche a la mañana. Al analizar todos los casos sobresalientes de emprendedores, empresarios, startups, productos o servicios que vemos en revistas y reportajes – detrás de todos siempre hay muchos años de trabajo, noches sin dormir, y muchos, muchos errores. 

En nuestro caso, el viaje no ha sido fácil. 15 años no parecen mucho frente a empresas que tienen más de 100 años de existir, pero han sido años formativos de mucho aprendizaje – noches sin dormir, mucho aprendizaje y mucho trabajo. Para nosotros, el éxito no se define como una meta estática – para nosotros “éxito” es un momento en el que todos los stakeholders reciben valor, a cambio de su tiempo o de su dinero. 

Más resultados, menos show

Recientemente, llamó nuestra atención un estudio de diseño local con publicaciones muy llamativas en sus redes sociales, fotografías muy profesionales de su equipo y muchas promesas. Dignos competidores, mucho talento evidente y mucho cuidado puesto en la forma en como comunicaban su promesa de valor. También mucho “show”. Al tiempo, notamos que el estudio dejó de publicar, y luego, dejó de existir.

Esta es la historia de muchos, que quieren ser lo que nadie más es, pero no saben cómo dar resultados consistentes, una y otra vez. Tal vez la creatividad está dosificada, centralizada en una única persona – tal vez no desarrollaron procesos a tiempo, o tal vez no han tenido suficiente experiencia “allá afuera”, como para saber poner límites y establecer las expectativas correctas.

Un día, nosotros fuimos ese estudio… y pagamos el precio de no saber crecer – la única diferencia es que aún estamos aquí, después de 15 años. El “show” puede ganar clientes… los resultados consistentes los mantienen durante muchos años.

Llegar a tener el equipo correcto puede tomar más tiempo del que te imaginas

En este fin de año, tuvimos una actividad de cierre, en la que todos los miembros del equipo tuvieron un momento para compartir sus impresiones de lo que ha sido este año – algunos con más tiempo de estar con nosotros, y otros con menos tiempo. Nuestra conclusión fue que tenemos al equipo correcto, para este momento en el tiempo. Todos cumplen una función específica, y todos aportan valor de formas distintas. La combinación de esas personalidades aporta un valor único y especial para nuestra organización en este momento. 

Esto no siempre ha sido así. Hemos tenido excelentes personas en el pasado, más no siempre un equipo excelente. Así también hemos tenido personas que no eran excelentes en sus tareas, pero con mucho deseo de superación. Hemos abierto la puerta a muchos, y no todos se han quedado. Formar un equipo no es fácil. Tenemos 15 años de cometer muchos errores tratando de formar al mejor equipo. Lo que hemos aprendido: El equipo perfecto no existe. Cada individuo, con sus debilidades y fortalezas es valioso en sí mismo y para el resto del equipo, en la medida que tenga el deseo de sumar y aportar sobre lo que ya existe, en combinación con un liderazgo consciente de esas fortalezas y debilidades, que pueda brindar apoyo cuando sea necesario y reconocer la excelencia cuando la ve. 

El juego infinito

En su último libro “The Infinite Game (El Juego Infinito)”, Simon Sinek, expone uno de los principios esenciales de la mentalidad infinita, que es “Encontrar la valentía para liderar con un pensamiento infinito”. 

El propósito de este “juego” no es ganar – porque “ganar” no es un estado estático para una empresa o para una persona – es algo que está en movimiento constante. El mundo es un lugar impredecible y cambiante, en el que muchos jugadores aparecen y desaparecen todo el tiempo – la empresa debe centrar sus energías en seguir «en el juego», sin importar lo que esté sucediendo a su alrededor. Liderar con una mentalidad infinita, para seguir jugando, requiere valentía.

Perinola no siempre ha tenido “mentalidad infinita” sin embargo, siempre hemos reconocido la importancia de continuar “en el juego”, sin importar las circunstancias. En este juego infinito, que para nosotros apenas tiene 15 años de haber iniciado, hemos visto nacer y morir decenas de empresas como la nuestra. ¿Qué nos hace diferentes? ¿Por qué seguimos aquí? ¿Qué hicimos diferente en el pasado? ¿Qué estamos haciendo diferente hoy? Estas y otras preguntas son las que constantemente nos hacemos, para intentar comprender el “juego” que sucede a nuestro alrededor. Tal vez es una combinación de factores – tiempo, tecnología, situación macroeconómica, actores, situación país… o tal vez solo es un poco de suerte. 

Cualquiera que sea la razón, nuestra prioridad es seguir “jugando”.

Gracias por ser parte de este viaje…. que apenas inicia.

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